> > ÉL esta tumbado, medio tirado en el sillón. La camiseta sin mangas, deja
> > notar una enorme barriga cervecera. Con los pantaloncitos cortos y las
> > zapatillas de dedo, sus peludas piernas descansan sobre el cojín del suelo.
> > La barba no afeitada del fin de semana, el brillo del sudor en su cara y el
> > poco pelo que le queda despeinado, terminan de describir la estampa.
> >
> > En la mano, una cerveza. En la otra, el mando del televisor. En la mesa,
> > dos latas de cerveza ya vacías, el cenicero lleno y un plato con cáscaras
> > de cacahuetes. El cigarrillo, colgando de la comisura de la boca.
> > Viendo el partido de fútbol en la televisión, apenas dice ni hace nada si
> > no es para acordarse de la familia del árbitro.
> >
> > Ella sale de su habitación, monísima. Guapa, elegante, arreglada y
> > perfumada, pasa por delante de él cuando le pregunta:
> >
> > - ¿Adonde vas tan empingorotada?
> >
> > Ella le contesta:
> >
> > - A dar un paseo con mis amigas
> >
> > Antes de salir por la puerta, se detiene un momento, se queda mirando el
> > lamentable cuadro y se hace, en alto, esta pregunta:
> >
> > - ¿Será posible que yo un día vuelva a amarte?
> >
> > A lo que él, sin apartar los ojos del televisor, responde:
> >
> > - Y tú, ¿cuándo cojones has estado en Marte?
> > notar una enorme barriga cervecera. Con los pantaloncitos cortos y las
> > zapatillas de dedo, sus peludas piernas descansan sobre el cojín del suelo.
> > La barba no afeitada del fin de semana, el brillo del sudor en su cara y el
> > poco pelo que le queda despeinado, terminan de describir la estampa.
> >
> > En la mano, una cerveza. En la otra, el mando del televisor. En la mesa,
> > dos latas de cerveza ya vacías, el cenicero lleno y un plato con cáscaras
> > de cacahuetes. El cigarrillo, colgando de la comisura de la boca.
> > Viendo el partido de fútbol en la televisión, apenas dice ni hace nada si
> > no es para acordarse de la familia del árbitro.
> >
> > Ella sale de su habitación, monísima. Guapa, elegante, arreglada y
> > perfumada, pasa por delante de él cuando le pregunta:
> >
> > - ¿Adonde vas tan empingorotada?
> >
> > Ella le contesta:
> >
> > - A dar un paseo con mis amigas
> >
> > Antes de salir por la puerta, se detiene un momento, se queda mirando el
> > lamentable cuadro y se hace, en alto, esta pregunta:
> >
> > - ¿Será posible que yo un día vuelva a amarte?
> >
> > A lo que él, sin apartar los ojos del televisor, responde:
> >
> > - Y tú, ¿cuándo cojones has estado en Marte?
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