Transcrpción literal de un mensaje previo a la excursión a la Cueva de Ardales:
Querida Quinta:
GENIO Y FIGURA...
Tras duras e infructuosas conversaciones telefónicas, en las que denonadamente hemos intentado que se arrepientan, amenazan (sí, sí, habéis leído bien: “amenazan”) con venir a la excursión de las Cuevas de Ardales los únicos e irrepetibles a la par que insignes quintadonramonianos Don Mario Maraval Doctor y Don Jesús Sierra Ordóñez.
El primero insiste en la rotunda sonoridad que tendría un saxofón bien templado en las entrañas de la Tierra. Además, pretende montar, el día anterior, un juego de luces estroboscópicas en la entrada de la cueva para dar así, cito palabras textuales “un efecto más molón” cuando lleguemos. Ha solicitado los permisos oportunos al Ayuntamiento de Ardales. Ya se ha comprado la linterna, último modelo, por supuesto, y un cinturón suizo a juego con la misma. La navajita helvética, ya la tenía. Se llevará la discografía completa de Dire Straits y un amplificador de bolsillo con vibrátor. Ha conseguido los planos completos de la cueva, las vías de evacuación y posibles reparaciones de urgencia a estalactitas y/o estalagmitas astilladas o en malas condiciones que pudieran estar en nuestro camino constituyendo un potencial peligro o efecto visual adverso no deseado.
El segundo, pregunta si existen, aún, habitantes de sexo femenino dentro de la cueva y sus posibles carencias afectivas con el paso de los años. Espera que el guía sea mujer, considera la oscuridad “una magnífica aliada, sin lugar a dudas” y pide prestado a Mario Maraval el vibrátor del amplificador por ser “herramienta versátil y muy apropiada siempre que sea utilizada por las manos adecuadas”
Además, recordando la famosa “berrea del ciervo” recomienda el interfecto que a este noble y heráldico animal, cuando comamos, le hagamos un breve pero reconocido homenaje por su importancia en la historia de España y en la suya propia.
Citando a un político actual, sólo se me ocurre pensar ¡Joder, qué tropa! Y, eso sí, encomendarnos a las Benditas Ánimas del Purgatorio y a la Santa Compaña rogándoles que nos permitan disfrutar, aún después de lo aquí reflejado, de un buen día en compañía de, sin lugar a dudas, nuestra buena gente.
Os tendremos informados, qué le vamos a hacer.
Un abrazo.
Carlos.-
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